Debía escribir un artículo sobre el impacto del coronavirus en la salud mental basándome en mi experiencia práctica. Pero pienso que demasiado se ha escrito ya sobre el tema y tampoco voy a aportar ningún dato que no conozcáis. He decidido entonces escribir lo que siento y pienso a día de hoy tal y como se han ido desarrollando los acontecimientos.

Entiendo que hay que informar sobre la evolución de la pandemia, es necesario. Pero es evidente que los medios de comunicación no se han preocupado en ningún momento por las consecuencias psicológicas y psiquiátricas que su constante y negativo bombardeo informativo podía causar en la población.

Es triste ver que las buenas noticias no venden…No me cabe ninguna duda de la gravedad de la situación y del problema sanitario que vivimos en España. Pero como muchos de los pacientes que acuden a diario a mi consulta, me he hartado de los telediarios y de los boletines de noticias.

Nos dicen que la prensa, radio y TV están preocupa dos ante la pérdida de audiencia y de sponsors. ¿No se cuestionan que no es solo un problema económico? ¿No se dan cuenta de que están amargando a diario a muchas personas?

Me entrevistaron en mayo para un periódico regional. Me preguntaron si en este tipo de situaciones (pandemias u otras catástrofes) la población sentía la necesidad de encontrar un culpable (era el momento en que no había respiradores, no habían mascarillas, no habían EPIs , se compró material de fectuoso, los hospitales estaban des bordados, los sanitarios contagiados,y la sensación de desgobierno absoluta).

Mi respuesta fue que estábamos ante una emergencia médica nacional (y mundial), pero nuestros políticos lo habían convertido en un problema político, valga la redundancia. El gobierno y la oposición han sido incapaces en todo este tiempo de buscar/llegar a un acuerdo global para afrontar la situación de manera coordinada.

¿Dónde está el espíritu de la Constitución del que todos hablan pero no practican? No existe un comité de expertos apoyado y respaldado por todas las fuerzas políticas. Las decisiones que unos y otros toman van en función de sus intereses partidistas y electorales… No deben extrañarse pues los políticos si los ciudadanos se rebelan contra ellos.

Mientras todo va bien, los ineptos con currículos extraordinarios pasan desapercibidos. Pero cuando se ha puesto a prueba su capacidad de gestión, hemos descubierto sus carencias, su falta de preparación y su inmadurez política. Y por otro lado también han salido a la luz graves fallos de nuestro sistema.

Los meses de mayo y junio fueron terribles por la cantidad y la urgencia de las peticiones de cita. Ese incremento en nuestras consultas privadas pienso ha sido debido en parte al aumento de la patología pero también a que muchos pacien tes que en otras circunstancias habrían acudido a la Sanidad Pública han buscado otras alternativas por la saturación y la frialdad de la atención telefónica.

¿Dónde está el Ministerio de Sanidad? ¿Dónde está el de Educación? ¿Es un fracaso haberlos descentralizado? Suelo decir muchas veces que nadie menor de 50 años y sin experiencia en la gestión debería ser nombrado ministro y menos elegido presidente. 

Otro dato lamentable ha sido observar la notoriedad que han adquirido determinados personajes que no han hecho más que hablar de las desgracias mayores que están por llegar, negar lo evidente, o elucubrar toda clase de teorías conspiratorias, sembrando el malestar, el desconcierto y el enfrentamiento.

Las malas noticias narradas por el pseudo-brillante de turno (expertos, investigadores y científicos mediocres o que ni siquiera lo son) salen rápidamente en la primera página de los periódicos. Y no hay que olvidar el papel y probable manipulación que se ha hecho en las redes sociales.

No es extraño pues que en este contexto la salud mental de los españoles se haya deteriorado y nuestra esperanza de vida haya disminuido. Entrando ya en mi experiencia personal durante la crisis, puedo comentar que nunca cerré la consulta privada.

Enviaba justificantes a los pacientes que solicitaban cita para evitarles problemas. Los meses de marzo y abril fueron muy tranquilos. El confinamiento redujo notablemente el número de consultas presenciales. Pero otros muchos pacientes pidieron consulta online (video llamadas).

Es una alternativa que yo había evitado ofrecer hasta ahora (prefiero el contacto físico directo, dar la mano, trasmitir confianza, etc.). Pensé entonces que desde casa también podía realizar las consultas, evitando así desplazarme a la clínica.

Esta nueva situación me llevó a cometer los mismo errores que otros amigos, compañeros y pacientes. A saber: me ponía una camisa (sin quitarme el pantalón del pijama) para hacer las video llamadas desde casa; me levantaba y empezaba a trabajar más tarde ya que no había que ir al gabinete tan pronto; me abrí más de una botella de vino de mi pequeña bodega, algo que no hago nunca entre semana.

A los pocos días quien dormía mal y se encontraba desubicado era yo. Rápidamente volví a mi rutina. Despertador a las 7 de la mañana y a trabajar en la consulta. No más videollamadas desde casa.

A nivel clínico durante estos meses he constatado en la consulta lo mismo que dicen los múltiples estudios que se han publicado sobre el tema. La crisis del coronavirus ha disparado la aparición de enfermedades mentales, sobre todo Ansiedad y Depresión.

La población afectada ha sido esencialmente: Personas mayores por el miedo a morir; personas ansiosas por temor a contagiarse; abuelos afectados por el distanciamiento de sus nietos y padres que no veían a sus hijos; mayores que han pasado el confinamiento solos; obsesivos descompensados con el tema de la limpieza y el miedo al contagio; empleados, autónomos y empresarios asustados por la incertidumbre económica; matrimonios en conflicto; jóvenes desconcertados creyendo truncados sus futuros; personas activas que han vivido fatal las limitaciones para seguir con muchos de sus hábitos de vida (salidas, paseos, viajes, actos sociales, deporte, etc.).

Los cuadros clínicos han sido esencial mente Trastornos Adaptativos que en general han respondido bien al tratamiento. El volumen de consultas aumentó sustancialmente después de levantarse el confinamiento.

Los meses de mayo y junio fueron terribles por la cantidad y la urgencia de las peticiones de cita. Ese incremento en nuestras consultas privadas pienso ha sido debido en parte al aumento de la patología, pero también a que muchos pacientes que en otras circunstancias habrían acudido a la Sanidad Pública han buscado otras alternativas por la saturación y la frialdad de la atención telefónica.

A día de hoy parece seguimos sin tener un plan específico de Salud Pública, contrastado y consensuado, para afrontar este reto. Continúan los contagios, el miedo y la incertidumbre económica. Y para colmo, las informaciones que llegan desde Europa nos dicen que somos el país que peor está gestionando esta crisis. No son buenos datos.

Pero también pienso que el incremento del número de asintomáticos y de casos leves, en todos los rangos de edad, es un indicador favorable. Creo que la inmunidad de rebaño se va alcanzando progresivamente. Y por fin deseo no tengamos que esperar muchos meses para que llegue la ansiada vacuna . Mientras tanto, los psiquiatras y psicólogos tenemos una gran labor que prestar a la sociedad.

 

Artículo publicado en Diciembre 2020 para la Revista de Asepp (Asociación Española de Psiquiatría Privada).